A Grabiel

 Concha Zardoya

TU VOZ INNUMERABLE
(Homenaje a Gabriel Celaya)

   El caudal de tus libros sin reposo me arrastra
desde un cráter, valiente, sincerísimo, cálido,
intermitente nunca.
Borbotones humanos, limpidez y sollozos,
a saltos o en remansos, a gritos insistentes,
con martillo o campana, alígeros, prosaicos,
arrebatados, tensos, jubilosos o lúcidos.
Al leer, participo: aceptando, convivo,
pues la Historia es la misma, tuya y mía y de todos.
El fluir de tus versos, torrencial, es un río
del vivir colectivo, de sangre ciudadana
agridulce, sufrida.
Tan viriles y broncos, celayanos acentos
nos exaltan e impulsan al afán solidario
de borrar la inusticia, crueldades y pactos
que deshonran al hombre.
La música y la sangre amplifican
tu impotencia interior en busca de verdades:
exponer la mentira que ocultan religiones
por maldad o por lucro.
Edificar un mundo a la medida humana,
invisible equilibrio de balanza perfecta.
Más los ecos, a veces, silenciosos abismos
entre vivos y muertos, en soledad profunda
crear saben, atónitos.
El hombre es la medida exacta de este cosmos:
su verdad metafísica.

   Y voz innumerables devienes, constelado:
el mar, el aire limpio, acaso un dios marino
regalando sus dones.
Y vives entregándote, cambiando, sí, tu nombre,
tu propio ser futuro...Tu corazón se agranda,
hipertrofiado
por la ciudad ruidosa, superpoblada siempre,
febril, contradictoria: los semáforos ciegan,
equivocan los humos, las bocinas asustan,
perforadoras trizan y ensordecen.

En un juego de máscaras, desentrañar quisieras
Esos sentidos múltiples de la vida, viviendo.
¿Gabriel Celaya, tú?¿Acaso Juan Leceta?
¿Tambien Rafael Múgica?

Aluviones vitales -vasco puro de Hernani-
encubren tus prejuicios de intelectual cultura.
Y te muestras por dentro y no menos por fuera:
anhelos, sueños, muerte...
Resignaciones úlümas afirman que estás vivo:
esencia y contingencia aceptas ya, conforme.
Vivir es lo importante:
comprensiva sonrisa para todo lo humano.

En carta boca arriba escribes a Neruda:
su gran efigie emerge con su color y peso
de roca andina y bosque, con "luto acumulado"
y floral canto nuevo.
Es un deber heroico la alegría que salva.

Protagonista eres -lleno de dudas hondas-
de ese drama en que el Pueblo es el Coro.
El mensajero anima a salvar la alegría
-la justicia, el trabajo- en un mundo que cruje.

Sereno azul, el cielo. Pero ¿qué es ser poeta?
"Es asumir la pena de todo lo existente",
"es hablar de los otros", no cantarse a sí mismo.
Si ese poeta existe, habrá una esperanza,
melodioso concierto.

Y nuestro sabio Sancho, "hablando castellano",
en claro pondrá dudas, menüras golpeando
con habla lisa y llana.
Saliendo de tu yo, construyes heroísmos
-conciencia- en los humanos: el diamante resiste
y muerde el sufrimiento.
De claro en claro el aire traspasa las ventanas,
oliendo a madreselvas, felicidad posible,
jamás,jamás vendida.
Derecho üene España a soñar todavía
ya vivir su esperanza.
Y tú, Gabriel, te miras en los ojos de todos
los que esperan o sueñan:
así, así resistes y conügo nosotros.
Tu voz innumerable -por ti, por mí, por ellos-
habla largo y tendido, caudalosa fluyendo
el ibéricos cantos que escuchan las montañas
más allá del silencio,
más allá de tu muerte que lloramos.

Concha Zardoya.
* Publicado en la revista Zurgai, número especial de diciembre de 1992.


 
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