A Grabiel
A. Fdez. Molina
RAPSODIA
A Gabriel Celaya.
Humo de cigarros
Obstinado rumor de cartas
En las manos de los jugadores
Escuchaba
El deslizarse de la conversación
Como si me obligaran a poner
El alma sobre el tapete
Para perderla sin remedio
Mientras permanecía en la casa
La difusa vida de los difuntos
Se había instalado
En el ángulo oscuro de la habitación
Salí a la calle en la ciudad de la Lechuza
Era un día
Infinitamente lluvioso
Parecía circular en tre mis pies
Un río agujereado
Arrastraba mi cuerpo
Sin substancia vital
A través de los muros algunos fantasmas
Salían a mi encuentro
Me acompañaba la melodía
"Los polvos de arroz del Recuerdo
Los polvos de arroz de la Muerte"
Los transeúntes parecían pasear
U na resurrección incompleta
A lo largo de la mañana
Pasaban siglos desde el amanecer
No oía las trompetas del Juicio
Miraba la avenida
Como una aparición
Una nube en forma de rostro
Recitaba una plegaria
"Me siento cual haz de leña
que ya está a punto de arder
Cual ciervo al que le dan caza"
De hombre o de mujer el rostro
Se iluminaba en su interior
Quizá ya sólo veía
Mis pensamientos desvanecerse
Poema maltrecho mis piernas
Avanzaban a través
De incertidumbres y desolaciones
La mañana era adulta y el frío
Aún raspaba las paredes
Antes de entrar
A la Hostería de los Árboles Muertos
La larga lengua del Sapo
Me cruzó el rostro" ¿Cómo está usted?"
Me preguntaba la lechuza
Oía el sonido de una canción
Entonada con voz metálica
"Soy una sombra errante
perdida en el vacio
Soy un proyecto de sombra "
Se desvanecieron las palabras
Como imágenes sin sentido
Bajaron nubes al suelo
Cabalgaban a cuatro patas
En dirección al Horizonte
Versos de aquella melodía
("Los polvos de arroz del Recuerdo
Los polvos de arroz de la Muerte")
Impregnaban mi corazón
Cual si fuera mi última hora
A. Fernández Molina.
* Publicado en A Celaya, Colectivo Homenaje a Celaya, 1993.